Para un conductor de moto, además del casco, debe ser imprescindible su protección ocular.
El propio aire que incide sobre nuestros ojos, disminuye la cantidad de lágrima, dando lugar al conocido síndrome de Ojo Seco. Este aire esta compuesto por miles de partículas, las cuales se convierten en pequeños proyectiles, dada la velocidad de circulación , que acaban impactando directamente sobre el ojo, produciendo traumatismos y cicatrices sobre el mismo, que conllevarían una disminución de la visión. Además el ambiente está lleno de pequeños insectos, que caen en el ojo, pudiendo provocar graves infecciones.
Esto puede comprobarse observando los pequeños impactos existentes sobre la visera de un casco integral (el más recomendado), o los existentes en la gafa de la imagen, usada por un motorista.
Por eso mismo, en el caso de que la opción sea una gafa, no es recomendable el uso de la misma con lentes minerales, ya que podrían fracturarse, convirtiéndose así en un auténtico peligro en vez de un elemento protector.
A la hora de la elección de protección para nuestros ojos, hemos de tener en cuenta que el 90% de la información que obtenemos conduciendo una moto, es a través de los mismos, por tanto será mejor cuanto mayor sea el campo visual. Además hemos de tener en cuenta, que la visera o las gafas, no posean filtro, ya que este reduciría nuestra visibilidad nocturna, siendo un gran factor de riesgo.
Debemos de tener en cuenta la opción de unas gafas polarizadas, cuyas ventajas hacen más confortable nuestra conducción (consultar «Gafas polarizadas»).